¿Sabías que un cultivo de banano bien manejado puede albergar colibríes, mapaches y hasta 35 familias de insectos acuáticos?
En el corazón del Magdalena, cinco fincas demostraron que la agricultura y la conservación no son polos opuestos. Un monitoreo liderado por WWF Colombia y la Universidad del Magdalena reveló mejoras en la calidad del agua y un aumento en la diversidad biológica frente a los registros obtenidos en 2021.

La producción de banano es una de las principales actividades agrícolas del departamento del Magdalena y un motor económico del Caribe colombiano. Solo en 2022, Colombia exportó cerca de 1,7 millones de toneladas de esta fruta, con el 27 % de las hectáreas cultivadas concentradas en este departamento. Pero más allá de su aporte al desarrollo, los paisajes bananeros también son el hogar de una biodiversidad valiosa que muchas veces pasa desapercibida.
Para hacerla visible y avanzar hacia prácticas más sostenibles, WWF Colombia, en alianza con la Universidad del Magdalena, realizó un ejercicio de monitoreo en cinco fincas ubicadas en las cuencas bajas de los ríos Frío y Sevilla, dos de los cinco ríos que conectan la Sierra Nevada de Santa Marta con la Ciénaga Grande, uno de los humedales más importantes del país. Este estudio dio continuidad al realizado en 2021 e incluyó la evaluación de la calidad del recurso hídrico y la presencia de fauna silvestre en entornos agrícolas.
Los resultados son alentadores. La calidad del agua en los puntos evaluados fue clasificada como “buena” o “aceptable”, y se observó una mejora general respecto al monitoreo anterior. Según César Tamaris, investigador de la Universidad del Magdalena, “observamos mejoras claras en la calidad del agua y un aumento en la diversidad de macroinvertebrados. Los sistemas acuáticos responden positivamente cuando se protege la cobertura ribereña y se reducen las presiones humanas”.
Entre los hallazgos más destacados están las 35 familias de macroinvertebrados acuáticos registradas, pequeños animales como insectos, gusanos y crustáceos que habitan en ríos y quebradas. Su presencia revela un ecosistema saludable, ya que son excelentes bioindicadores de la calidad del agua. Familias como Perlidae y Calamoceratidae, asociadas a cuerpos de agua bien conservados, fueron parte del registro.
También se identificaron mamíferos como el mapache cangrejero (Procyon cancrivorus) y la zarigüeya común (Didelphis marsupialis), que cumplen funciones como dispersores de semillas y controladores de plagas, así como murciélagos nectarívoros —entre ellos Glossophaga soricina y Anoura geoffroyi— fundamentales en la polinización de especies vegetales nativas.
En cuanto a las aves, se observaron más de 60 especies, incluyendo colibríes, mieleritos (Coereba flaveola) y semilleros. Algunas fueron vistas alimentándose del néctar de flores de banano, mostrando que incluso en cultivos comerciales existen interacciones ecológicas valiosas.
El grupo de polinizadores terrestres también mostró una alta riqueza: se registraron más de 50 especies de abejas, avispas y mariposas del género Hamadryas y Zaretis, que no solo polinizan, sino que también actúan como indicadores del estado de conservación de los paisajes.
Estos resultados no solo enriquecen el conocimiento sobre la biodiversidad presente en paisajes productivos, sino que orientan acciones concretas. El estudio recomienda conservar la cobertura vegetal en zonas ribereñas, proteger los corredores biológicos entre cultivos y relictos de vegetación natural, reducir el uso de agroquímicos e incorporar el monitoreo de biodiversidad y recurso hídrico como parte integral de la gestión agrícola.
Desde WWF, Jairo Guerrero, oficial en gestión del recurso hídrico, resalta: “Los resultados son alentadores, pero el reto es mantener y mejorar las buenas prácticas. Para saber si realmente estamos generando un impacto positivo, es clave sostener estos ejercicios de monitoreo en el tiempo”.
Desde el sector productivo, Tatiana Botello, Gestora de Asuntos Ambientales del Grupo Agrovid, coincide en la importancia de contar con información confiable y promover la corresponsabilidad entre comunidades, empresas y entidades públicas para avanzar hacia una gestión sostenible del territorio.
Este esfuerzo forma parte del trabajo conjunto que WWF y la cadena alemana de supermercados EDEKA vienen desarrollando desde 2014, en alianza con Técnicas Baltime de Colombia S.A. (Tecbaco), con el propósito de promover una producción de banano convencional con estándares sostenibles en Colombia y Ecuador. Gracias a esta colaboración, se han impulsado prácticas agrícolas más responsables, el fortalecimiento de capacidades locales y ejercicios de monitoreo como este, que permiten tomar decisiones basadas en evidencia para conservar la biodiversidad y asegurar el uso sostenible del agua.



